Mi motor es la curiosidad, saber qué pasa en los lugares escondidos del mundo, escuchar las voces mudas de quienes han sido olvidados. Escépticos por naturaleza, no me basta un punto de vista de afuera ni me alcanza leer en algún lugar. Tengo que verlo, tengp que estar ahí, tengo que saber la verdad; aunque sea una palabra gastada en la que muchos ya ni creen. Viajar a pie por lugares que no existen en los mapas se convierte en un gran desafío, sobretodo a la hora de comunicarme. Esto también forma parte de la belleza, de la experiencia y de la historia final. Más que entender o escuchar, es descifrar pero sobretodo sentir. Y ahí es donde entra el verdadero significado de la palabra compasión: sentir lo que el otro está sintiendo. A través de nuestras herramientas –fotografía y literatura- buscamos expresar lo inexpresable. Cuando enccuentro esas historias de vidas, testimonios que abren puertas a miles de historias, asumo un compromiso para encontrar la forma de contar su realidad: cuando las palabras faltan, las imágenes hablan y transmiten.